Refugiados climáticos, migraciones inducidas por el medioambiente o
migrantes medioambientales son términos que, acuñados por diferentes
investigadores y Organismos Internacionales, han recabado un
considerable grado de atención por parte de público, medios de
comunicación o académicos en los últimos tiempos.
La diversidad de opiniones a la hora de afrontar y definir una
terminología común con respecto al desplazamiento de personas por
cuestiones medioambientales o climáticas, podrían de algún modo
dificultar una aproximación inicial, pero del mismo modo enriquecen la compresión del problema y las respuestas que al mismo se pueden dar.
Ejemplos de esta complejidad pueden ser la ya comentada diversidad de opiniones y definiciones en su conceptualización, variedad en las estimaciones presentes y futuras de desplazados, su carácter forzado o voluntario, su identificación como respuesta a desastres repentinos o a la evolución lenta del cambio ambiental, su carácter interno o transfronterizo, o las dificultades existentes al identificar las causas medioambientales como un factor principal en el desplazamiento o uno mas dentro de una compleja ecuación formada por factores medioambientales, sociales, políticos, económicos o culturales.
Que debe ser enfrentado por parte de las instituciones…
Pero es una realidad que existe, que va en aumento y que parte de la
lógica – a mayores consecuencias del cambio climático, mayor impacto
sobre las poblaciones humanas.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), identifica tres principales causas que potencialmente pueden llevar a generar un mayor numero de desplazamientos como consecuencia del cambio climático: 1) el aumento de la fuerza de los huracanes tropicales y la frecuencia de las lluvias torrenciales y las inundaciones 2) el aumento de las sequías, con la evaporación del agua contribuyendo a una disminución de la humedad del suelo, a menudo asociada con la escasez de alimentos, y 3) el aumento del nivel del mar resultante a partir de la expansión del agua, así como de la fusión de los hielos polares.
En Latinoamérica identificamos algunas de estas causas:
- Los cambios en los patrones de precipitaciones y la pérdida de los
glaciares reducirá significativamente la disponibilidad de agua para el
consumo humano, la agricultura y la generación de energía.
- En las zonas secas, la tierra agrícola se volverá mas salada y
arenosa, con rendimientos más bajos y una menor productividad del
ganado, lo que socavara la seguridad alimentaría.
- En los bosques tropicales, las altas temperaturas y la pérdida de
agua subterránea reducirá la biodiversidad, afectando los medios de
subsistencia de muchas comunidades indígenas.
- El aumento del nivel del mar provocará más inundaciones en las
zonas bajas, y el aumento de la temperatura de las aguas disminuirán las
poblaciones de peces.
- O las consecuencias del fenómeno “El Niño” y su fenómeno opuesto “La Niña”.
Entender las migraciones como una respuesta positiva y una estrategia adaptativa al cambio climático es un importante punto de partida a la hora de generar respuestas. El IPCC incide en esta idea considerando que la migración de individuos y comunidades o la reubicación de los asentamientos debe ser una respuesta adaptativa potencial a los impactos del cambio climático.
Y la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), traza igualmente este camino desde el Marco de Adaptación de Cancún, y su Artículo 14, párrafo f) que propone a las partes “…la adopción de medidas para mejorar el entendimiento, la coordinación y la cooperación en lo que respecta al desplazamiento, la migración y el traslado planificado como consecuencia del cambio climático, cuando corresponda, a nivel nacional, regional e internacional.”
Que refuerza su importancia con las realidades desde el terreno…
Las evidencias sobre el terreno nos ayudan también en la aproximación
al problema y su mejor comprensión en América Latina. Y con una tesis
en mente, que nos explique como las desigualdades sociales influyen en
la génesis, el carácter y la incidencia, pero también son una
consecuencia de los desplazamientos ligados a la degradación
medioambiental y al cambio climático.
En América Latina podemos encontrar como una de las zonas mas afectadas es la región Caribeña. Las limitaciones territoriales, los eventos climáticos extremos, las sequías o el aumento del nivel del mar, amenazan en conjunto a las economías y poblaciones más empobrecidas y se añaden como un factor cada vez de mayor importancia a la hora de reforzar, las desigualdades sociales y la tendencia a la migración de sus habitantes.
México es también uno de los países que más sufre, pero que también ofrece un mayor número de estudios sobre los procesos migratorios relacionados con el clima. En el Estado de Chiapas, los factores medioambientales y la negativa influencia del cambio climático estimulan una migración, tanto interna como proveniente de otros países de Centroamérica, que también esta relacionada con factores sociales o económicos, y se traduce en unas relaciones de poder y a un acceso desigual a los recursos vitales para la subsistencia. Pero también encontramos respuestas, como la desarrollada en el municipio de Saltillo al norte del país, en donde se ideó un modelo de Sistema agroindustrial como una opción para la generación de empleos, detener la desertificación y contrarrestar la migración en el desierto mexicano. El proyecto EACH-FOR (Environmental Change and Forced Migration Scenarios) de la Comisión Europea, igualmente investigó el caso de los Estados Mejicanos de Chiapas y Tlaxcala, así como de países como Ecuador o Argentina.
Igualmente podemos observar como la migración como respuesta a desastres naturales y la promoción de los migrantes como agentes para el desarrollo de sus comunidades de origen y destino, también tuvo sus reflejos en el Programa de Migración Laboral, Temporal y Circular –MLTC que se desarrolló entre Colombia y España.
Y que requiere unas respuestas desde la protección de los más vulnerables…
Algunos ejemplos y respuestas que nos introducen en el problema, y
nos proponen discutir y reconocer la necesidad de explorar mas a fondo
la cuestión ya fuera desde la dimensión política como investigadora.
Y sobre todo desde una visión proactiva y entendiendo que el cambio climático y las migraciones derivadas del mismo son un problema de Derechos Humanos y Justicia Social.
Considerando la seguridad humana como un referente, que nos permita anticipar los riesgos que las poblaciones más vulnerables pueden sufrir, y generar herramientas desde la sostenibilidad y la resiliencia que permitan ejercer el derecho de las comunidades a permanecer en sus lugares de origen y enfrentar los efectos del cambio climático.
Pero igualmente desde la posibilidad de entender la migración como una estrategia de adaptación legítima y una solución potencial a los posibles desplazamientos que se pudieran dar como consecuencia del cambio climático, que ofrezcan la posibilidad de desplazarse a nuevas áreas y desarrollar modos de vida más sostenibles.
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