miércoles, 19 de agosto de 2015

¿Lecturas solo veraniegas? La encíclica papal sobre el clima

PUBLICADO EN EL PERIODICO DE CASTILLA LA MANCHA EL 18 DE AGOSTO DE 2015

Puede ser cierto que las altas temperaturas, en especial durante este verano, deberían llevar asociado un tipo de lecturas más ligeras que las reflexiones del Obispo de Roma sobre el creciente desafío medioambiental y climático. Sin embargo, son esas altas temperaturas las que hacen de la lectura de la encíclica papal sobre clima y medioambiente, una lectura interesante para observar como desde las altas instancias de la fe católica se va tomando cada vez mayor conciencia del problema que enfrenta la humanidad con respecto al clima.

No es cuestión de hacer un resumen del texto, pero si vale la pena reflexionar sobre algunos puntos de interés a partir de su lectura. En este sentido es importante reseñar que la lectura de la segunda encíclica papal es bastante clara en su redacción y se hace amena, abarcando diferentes temas y problemáticas, y pudiendo leerse ya fuera desde una perspectiva científica, religiosa o simplemente humana. 

En primer lugar llama la atención la mención en el título que se hace al "cuidado de la Casa Común" haciendo mención a San Francisco de Asís en su cantico de amor hacia la "hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, gobierna y produce", y que al que esto escribe le recuerda a la hipótesis de James Lovelock sobre "Gaia". El veterano científico inglés explica Gaia a partir de la capacidad de la biosfera terrestre para autoregular las condiciones del planeta, creando las condiciones necesarias para la vida, lo que enaltecería esa característica "hospitalaria" de nuestro planeta a la que en cierto modo se referiría el fundador de la Orden Franciscana. 

Una vez enmarcado el sujeto a analizar, Francisco pasa a hacer un diagnostico del problema, explicando "lo que le está pasando a nuestra Casa", con el problema de la contaminación y el Cambio Climático, entendiendo el clima como un bien común, la importancia del agua en este contexto, la perdida de la biodiversidad y entrando, sin duda, en uno de los temas de los que hace bandera el Papa: la lucha contra la pobreza y la desigualdad, advirtiendo que los impactos del Cambio Climático afectaran con mayor fuerza, inicialmente, a aquellos que viven con mas privaciones, expresando esta situación en términos de "Inequidad planetaria".

Como respuesta inicial Francisco aboga por una "Ecología integral", que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales y el rol central de la noción del bien común como articulador de una ética social y solidaria, que permita mejor enfrentar desafíos como los vinculados con el Cambio Climático.

El paso adelante que da el Papa al denunciar y hacer una llamada a la acción global y fraternal, no es nueva, y tiene su traslación en el clamor global que desde diversos ámbitos, mayoritariamente de la sociedad civil, ha identificado y denunciado las negociaciones y la gobernanza sobre el clima, como un espacio todavía ajeno a la defensa de los derechos humanos, donde se minimiza la importancia de desarrollar acciones globales que protejan a aquellas comunidades más vulnerables que se encuentran en la primera línea de los impactos del Cambio Climático.

El Papa Francisco critica desde esta perspectiva el modelo económico-financiero dominante expresado, por ejemplo, en los mecanismos de venta de bonos de carbono vinculados al Protocolo de Kioto, y sobre los que basculan en gran medida las respuestas globales ante el Cambio Climático.

La crítica del Papa se encuentra reconocida igualmente desde otros enfoques, en primer lugar porque esos mecanismos económico-financieros basados en el comercio y la especulación no parecen dar una respuesta eficiente y ofrecer un compromiso sincero con un problema que sobrepasa los planteamientos del capitalismo y el paradigma neoliberal.

En segundo lugar, estos planteamientos no parecen ofrecer una respuesta adecuada al problema del aumento de la pobreza vinculado a la degradación medioambiental, es más, pareciera que estas respuestas no son sino otro agravante para el aumento de las desigualdades y el apuntalamiento de unas élites, tanto a nivel mundial como local, cada vez más privilegiadas y desconectadas de los problemas globales.

Las respuestas pasan por el establecimiento de verdaderas actuaciones y políticas solidarias entre países y regiones, tal y como hace mención el Cardenal Bergoglio con respecto a las energías renovables, con una especial mención a la energía solar como medio para facilitar el progreso de los países a través de mecanismos solidarios de transferencia de tecnología y otros recursos de conocimiento y financieros.

De fondo, lo que traslada el Papa en su mensaje, pensando principalmente en su disperso rebaño, es el problema que reflejado en los procesos y las respuestas vinculados a la degradación medioambiental nos da cuenta de la propia degradación ética y moral de la iglesia católica y sus fieles, reconociéndose, en sus élites sociales, políticas o económicas, una deriva que llega a abrazar la ortodoxia del paradigma conservador-neoliberal imperante y que poco tiene que ver con la caridad, valores y enseñanzas de Jesús.

La crítica y el perfil autocritico que intenta asumir el Papa no parece ser la tónica dentro del catolicismo. La encíclica papal ya fue criticada desde sectores cercanos a la iglesia católica incluso antes de ser publicada, y las críticas ha continuado, en especial desde los sectores católicos de los Estados Unidos. Evidentemente el señalar el calentamiento global como un problema directamente vinculado con el orden político y económico ha levantado ampollas y las "recomendaciones" de figuras como las de Jeb Bush, precandidato Republicano a la Presidencia de los EE.UU y católico practicante, se dirigen a instar al Papa a dedicarse a los asuntos de la fe y dejar en manos de los políticos lo relativo a la economía y la política.

Trasladar este debate a España puede ser aun más desmoralizador, con unas élites católicas políticas, económicas y sociales que por un lado asumen, o al menos defienden, los postulados más conservadores tanto de las altas instancias eclesiásticas como de los grupos católicos mas poderosos, pero también asumen los principios económicos más neoliberales, surgiendo como resultado de esta ecuación unos valores y unas formas de actuar, en lo espiritual o lo terrenal,  que también distan mucho del paradigma de amor y compasión cristiana. 

Identificando esas élites con el actual gobierno de la nación, está probada la vinculación directa que tiene la Fundación FAES, "laboratorio de ideas" del Partido Popular, con instituciones similares que desde los Estados Unidos se encuentran entre las más activas en el ámbito del negacionismo climático. Se antoja difícil ver un propósito de cambio sincero cuando desde esas altas instancias políticas se pone en duda el Cambio Climático ("el primo de Rajoy"); se afirma que "el planeta ha de estar al servicio del hombre" (ex alcaldesa de Madrid, Ana Botella), aplicándose al pie de la letra la invitación a "dominar" la tierra que le hace Dios al hombre (Génesis 1, 28); donde se legisla con el objetivo de ejemplificar esa subyugación de la naturaleza al hombre como es el caso de la reciente Ley de Montes que permitiría recalificar los suelos forestales tras sufrir incendios, y que se traduce en un aumento de los incendios provocados; o como el Ministro Soria penaliza la producción de energía solar para autoconsumo en beneficio de los oligopolios energéticos.
"Mi reino no es de este mundo" (Juan 18,36). La promesa de que ante la temporalidad de los reinos de este mundo, la salvación ofrece un reinado eterno e infinito, se ofrece en este contexto como una "barra libre" para pecadores que pueden actuar a discreción siempre y cuando se arrepientan al final.

Entiéndase esta lectura de las escrituras de Juan o el Génesis, radical si quieren, como un ejemplo de planteamientos que desde la religión poco hacen por reconocer y actuar para intentar resolver o minimizar el problema del Cambio Climático, y que confronta con la necesidad de entender la responsabilidad, de creyentes y no creyentes, ante los nuestros y sobre todo para con las futuras generaciones que están por venir.

La Responsabilidad Intergeneracional debe ser por tanto, el objetivo principal que guíe nuestras acciones, siendo el deber de las actuales generaciones el actuar en beneficio de los que están por nacer, porque solo tenemos una Tierra o un Reino, como gusten.   

Por tanto, las reflexiones que ofrece el Papa van mucho más allá de la mera reflexión ecológica, social, política o económica, sino que ofrecen la necesidad de replantearse los atajos que toma la fe al sostener que el Reino de Dios se halla lejos de la Tierra, sobre todo si esto se hace a costa del bienestar de la Casa Común de la que hablaba San Francisco de Asís.

A pesar de todo la Iglesia, y sus millones de fieles, pueden y deben ser un elemento de vital importancia a la hora de proponer respuestas ante el problema del Cambio Climático, pero esto debe hacerse, de inicio, a través de un intenso proceso de reflexión interna.

Colaborar en los necesarios procesos de transformación social y transición justa hacia nuevos modelos sociales, económicos o energéticos más sostenibles; responder ante el interés cortoplazista con el que actúan muchos gobiernos sin considerar la Responsabilidad Intergeneracional mencionada; promover un necesario dialogo entre razón y fe / ciencia y religión en la búsqueda de soluciones conjuntas más allá de discursos apocalípticos; o incluso reestructurar la forma en que la Iglesia se organiza y actúa a nivel global incrementando su papel como actor fundamental en la lucha contra el Cambio Climático, así como frente a las desigualdades y la pobreza que vienen de la mano de sus impactos, es sin duda uno de los desafíos más importantes que tiene frente a sí el Papa Francisco, sus sucesores y sus fieles.

lunes, 10 de agosto de 2015

(IN)JUSTICIA MEDIOAMBIENTAL EN PALESTINA (II): LOS EFECTOS DE LA OCUPACION Y EL MURO SOBRE LA POBLACION AGRICOLA DE QALQILYA



Situada en el norte del país, la ciudad de Qalqilya ha sido históricamente reconocida como el "granero" de Cisjordania, llegándose a exportar parte de su producción agrícola a otros países de la región como Irak. Sin embargo, y a partir de la construcción del muro de separación por parte de Israel, su producción no llega ni a abastecer a la propia población local.  

Imagen desde el satélite de Qalqilya desde donde se puede ver como la ciudad esta sitiada por el muro con una única entrada
 

Desde 2002, los propietarios de las tierras de esta ciudad han visto como los planes por parte de Israel de construir un muro que rodeara la ciudad, han tenido como consecuencia directa la confiscación de sus tierras mas allá incluso de la propia frontera que debería separar a Israel y Palestina.

El muro que rodea la ciudad tiene 8 metros de altura y está igualmente rodeado por una zanja de 4 metros de ancho y 2 metros de profundidad, además de alambradas y un camino militar por el que patrulla el ejército israelí. El único punto de entrada a la ciudad, está controlado por Israel a modo de fortaleza, ademas de ejercer como lugar de control y exclusión de la población palestina.

A partir de la construcción del muro, se decretó un área de seguridad de 35 metros, lo que implicaba la destrucción de cualquier propiedad palestina, incluyendo casas, granjas, campos de cultivo, pozos de agua o invernaderos que se encontraran en este perímetro.

Teniendo en cuenta la proporción de tierras confiscadas en la zona, se considera que aproximadamente unos 3.000 dunams (un dunam equivale a 1.000 metros cuadrados) de tierras agrícolas han sido confiscadas, lo que representaría casi el 50% de las tierras agrícolas de la ciudad. Igualmente, 19 pozos de agua en este territorio fueron confiscados (lo que equivaldría aproximadamente al 30% del suministro de agua de la ciudad).

Como resultado de la estrecha dependencia que tienen los habitantes de Qalqilya con respecto a la tierra, el agua y la agricultura, y los impactos que sobre sus medios de vida ha tenido el muro, la población local ha sufrido un continuo empobrecimiento, al negárseles los medios de subsistencia y el acceso a los recursos naturales de los que históricamente han hecho uso (alrededor de un 45% de la actividad económica local depende del campo). 

Fruto de este proceso militar, político, social ecónomico y medioambiental de expulsion vinculado a la ocupación, la población local se ha visto paulatinamente reducida durante la última década, viéndose forzados un gran número de sus habitantes a migrar hacia otras zonas de Cisjordania. Este progresivo exodo de la población local facilitaría una posible anexión israelí de la ciudad, haciendo de la misma un proceso demográficamente "aceptable".

Como un ejemplo del sufrimiento y las condiciones restrictivas que sufre la población en Qalqilya, encontramos el caso de una familia de agricultores que visitamos en las afueras de la ciudad junto al muro. En este caso, observamos como el muro atravesaba una pequeña plantación agrícola, con gran parte de la tierra junto con las instalaciones de agua y drenaje estando del lado israelí del muro. 

Campos anegados tras algunas de las inundaciones provocadas por la existencia del muro
Las limitadas condiciones de la parte restante del lado palestino se expresan especialmente en la capacidad de drenaje del campo y las periódicas inundaciones de aguas residuales provenientes de las poblaciones israelíes cercanas. El muro, al estar construido a diferentes alturas, con la parte israelí más alta que la Palestina, sirve como sumidero de residuos desde la parte israelí a la palestina, estando las compuertas de control y desagüe bajo el control del ejercito israelí, lo que deja a las familias agrícolas de la parte palestina a expensas de Israel y sin capacidad de reacción ante situaciones adversas, ya fueran naturales por el aumento de las lluvias o frente a la avalancha de residuos y aguas residuales provenientes del otro lado.  










martes, 4 de agosto de 2015

(IN)JUSTICIA MEDIOAMBIENTAL EN PALESTINA (I): VERTEDERO ILEGAL ENTRE LAS POBLACIONES DE JAYUS Y AZZUN


Durante los siguientes post voy a contar parte del trabajo que he hecho en Palestina durante el último año. Con el apoyo de la Organización Palestina de Derechos Humanos "Al-Haq" y la Fundación Alemana "Heinrich Böll" y junto a los investigadores Benjamin Pontin y Vito de Lucia, trabajamos sobre varios casos de violaciones de derechos humanos vinculados a la ocupación y la acción sobre el medioambiente. A partir de esta aproximación inicial, el trabajo se dirige hacia la búsqueda de avenidas legales para hacer responsable a las autoridades y empresas israelíes de estas acciones. Este trabajo inicial se ha visto reflejado en el documento titulado "Environmental Injustice in Occupied Palestinian Territory" con versiones en inglés y árabe. 

Con la idea de ir explicando más a fondo el trabajo y los objetivos futuros del mismo, me limito por el momento a explicar en sucesivos post algunos de estos casos. Comienzo con el caso de un vertedero ilegal al norte de Cisjordania cerca de la ciudad de Qalqilya. 

Del mismo modo, estos casos están explicados en el proyecto del "Atlas de Justicia Medioambiental"  elaborado por la Universidad Autónoma de Barcelona.



El vertedero ilegal situado cerca de la ciudad sitiada de Qalqiyah, entre las villas de Jayus y Azzun, se encuentra sobre un acuífero que abastece de agua potable a los miles de personas que viven en ese área.


El vertedero entró en funcionamiento en 1989, siendo utilizado para verter los residuos industriales y químicos de las fábricas israelíes situadas en el interior de la Línea Verde, así como los residuos domésticos de las colonias israelíes cercanas de Wadi Qana.


Durante varios años las autoridades locales presentaron diversas quejas a la Administración Civil Israelí en Cisjordania alegando los impactos negativos para la salud del vertedero,  aunque de una forma infructuosa ya que no se llegaron a tomar acciones que evitaran estos vertidos. 


Sin embargo, y tras el establecimiento de la Autoridad Palestina en 1993, los Consejos de las villas y municipios cercanos al vertedero redoblaron sus intentos por cerrar el vertedero, aunque el vertedero no dejo de ser utilizado hasta que alcanzo el límite de su capacidad en el año 2000.




Como resultado, los campos de olivos plantados alrededor del vertedero ofrecen un producto insalubre e imposible de vender en el mercado a causa de un riesgo indeterminado de contaminación. Sin embargo, no existen investigaciones en profundidad que pudieran evaluar y actuar sobre el riesgo evidente de contaminación de agua subterránea debido a los procesos de lixiviación de los vertidos sobre el acuífero. La calidad del agua bombeada hacia los hogares desde el pozo local no parece haber sido monitorizada en profundidad para controlar la presencia de dioxinas cancerígenas o cualquier otra mezcla de contaminantes similares asociados vinculados a los vertidos. De hecho, la población y autoridades locales no tienen acceso a los registros con la información referente al tipo de residuos que se han vertido históricamente en el sitio. 


Del mismo modo, no existe una cerca o cualquier notificación sobre los peligros asociados del lugar, a pesar de la cercanía de las villas y la atracción que pudiera ejercer el lugar como campo de juego para niños, llegándose a reportar diversos casos de niños que han sufrido problemas de salud (erupciones u otras enfermedades) como consecuencia de haber entrado en contacto con el lugar.




Otro efecto perjudicial tiene que ver con las combustiones espontaneas del vertedero, lo que implica un riesgo asociado inherente. Otro efecto tiene que ver con el todavía uso del vertedero de una forma ilegal.


No obstante, el impacto más importante sobre la salud de las personas, vinculado a lo anteriormente mencionado sobre la evidente contaminación medioambiental de los vertidos, tiene que ver con la desproporcionada alta incidencia de casos de cáncer entre la población local.


En este sentido, el Departamento de Medio Ambiente de la Autoridad Palestina llevo a cabo un estudio en 2004 sobre el efecto del vertedero en las comunidades circundantes. Junto con los ya comentados efectos sobre la salud de las personas, se encontró la presencia de más de 17 materiales tóxicos en el vertedero, algunos de los cuales se encuentran prohibidos a nivel internacional.

En este ejemplo se encapsulan toda una gama de cuestiones de justicia medioambiental que han llamado nuestra atención. Hay cuestiones de procedimiento, ya que no existe un sistema para la recogida de información sobre el efecto del vertedero en la calidad de las aguas subterráneas y, en consecuencia, la salud humana. En este sentido, la población palestina no tiene medios para estar informada sobre los riesgos a los que está expuesta, con el objetivo de que pudieran llevar a cabo cualquier acción disponible de denuncia. Sustantivamente, si el vertedero es causa del cáncer en proporciones epidémicas, tal y como se teme por parte de las autoridades y la población local,  este caso podría tener un amplio alcance penal en el ámbito internacional.