SOBERANIA
ALIMENTARIA: Entendida como el derecho que tienen los pueblos para
controlar el sistema agroalimentario y sus factores de producción, de
forma que se desarrolle de forma autónoma y equitativa. De esta manera
se garantiza el derecho humano a la provisión permanente de alimentos
sanos, nutritivos, suficientes y culturalmente apropiados.
Una definición que nos sirve para enmarcar la realidad de los huertos urbanos y el apogeo que están teniendo en la actualidad en muchas ciudades.
¿Hasta donde nos podemos remontar para
ver el progreso de los mismos? Si bien podemos comenzar en la Revolución
Industrial como indica el interesante articulo de Moran y Aja
y que nos da una perspectiva mas prolongada en el tiempo, las “Green
Guerrilla” o acción que bombardeaba solares abandonados con bolas de
semilla y arcilla en Nueva York para su embellecimiento, así como la
creación de Jardines Comunitarios como el mas conocido de Liz Christy en Manhattan, pueden considerarse hitos en la historia contemporánea de los Huertos Urbanos.
En España, los huertos alrededor de las
ciudades fueron desapareciendo con el desarrollo y expansion de las
ciudades. Tener un huerto en el que cultivar alimentos cerca de la
ciudad era visto como algo de paletos y estaba reservado a los abuelos
principalmente. Pero ha habido siempre valientes agricultores en las
ciudades españolas. Echar un ojo a este artículo de El País del año 83.
Las cosas han cambiado y deben cambiar
más. Ya no son los abuelos los que cuentan, a los pocos oídos que
quisieran escucharlos, los beneficios de tener cerca de casa una pequeña
plantación en la que cultivar alimentos. Los urbanitas son los que
traen, desde diferentes perfiles (universitarios, parados, madres y
padres, inmigrantes o abuelos), el campo a la ciudad.
Y esta aproximación se ve alimentada
también por otro tipo de factores que hacen evidente y necesaria la
implantación de más huertos en nuestras ciudades.
Por un lado existe una necesidad cada
vez más imperiosa, y con el cambio climático en mente, de crear
sumideros de carbono en las ciudades. Los cultivos urbanos tienen la
capacidad de absorber CO2, amortiguar la temperatura ambiente o reducir
la contaminación sonora.
Curiosamente, o no tanto, la crisis y la
quiebra del modelo de desarrollo parasitario y especulativo de los
últimos años también han ayudado a la proliferación de los huertos
urbanos. La necesidad, aunque no traducida todavía en las altas esferas
de decisión, de un cambio de paradigma la encontramos traducida en este
hecho. La dificultad del acceso a recursos naturales, la ruptura de
muchos proyectos de vida basados en paraísos individuales, el entender
que la sociedad y el bienestar se crean desde el colectivo y no desde un
salón con televisión de plasma, nos debe ayudar a crear nuevas formas
de vivir en las ciudades e interaccionar con nuestra comunidad mas
cercana.
¿O no debería ser así?
Alimentos frescos y sanos, la generación
de una actividad física moderada adecuada para todas las edades, vivir
en la calle y compartir con otros, alimentos, vivencias y proyecto, u
olvidar por un rato otras realidades de la vida diaria en beneficio de
una actividad que nos relaja y reclama nuestro cariño y atención plena.
Que levante la mano quien piense lo contrario, y no, no valen las
superficies comerciales que abren todos los días del año.
Y encontramos como diferentes colectivos
se asocian y revitalizan gracias a estas actividades, desde los grupos
del 15-M y las Asambleas de Barrio, a las Asociaciones de Vecinos y
otros colectivos. Lo mismo que en Nueva York en los setenta, colectivos
ciudadanos que se unen para recuperar espacios que hasta ahora estaban
infrautilizados.
Sin embargo el hundimiento del ladrillo y
de un modelo de desarrollo fallido pero todavía adictivo, hace que los
ayuntamientos actúen en algunos casos con ciertas reticencias a la hora
de apoyar y promover huertos comunitarios. Acostumbrados a un modelo de
desarrollo económico que en muchos casos giraba alrededor de la mesa de
un restaurante, y de un dinero que fluía con cierta facilidad, ahora la
realidad demanda reunirse con movimientos ciudadanos que desde el
contacto, la interacción y la puesta en común de problemas, elevan el
nivel de las reclamaciones a los gobiernos municipales.
No nos quedamos solo en la realidad
local, miramos para terminar, un poco mas lejos, en los países en
desarrollo en donde los huertos comunitarios están siendo una
alternativa de desarrollo y de apoyo a la soberanía alimentaría de los que mas sufren. Miramos a África y a América Latina y los proyectos que allí se están desarrollando por la FAO y otros organismos.
Volvemos donde empezamos, la soberanía
alimentaría y la capacidad de las comunidades, de aquí y de allí, de
enriquecer su dieta alimenticia, de formar parte de un colectivo y de
poder producir, distribuir y consumir sus propios alimentos. No es el
momento de quedarse a mitad de camino.
Escrito por Jesús Marcos Gamero, síguele en su blog http://politicayclima.blogspot.com.es/ y en su twitter @jmgamerorus
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